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Donde Brasil empezó a ser Brasil


Cintas y deseos en la Iglesia de Bonfim

Admito que yo he sido despistado toda mi vida. Pero Pedro Alvares Cabral, el flamante “descubridor de Brasil” parecía serlo mucho más. Según algunos relatos él partió un día, por encargo del Rey de Portugal, con el plan de salir desde Lisboa y navegar alrededor de África hasta la India usando la nueva ruta establecida por Vasco da Gama. En una de esas curvas del Atlántico se le torcieron las corrientes y los vientos y  Cabral llegó a lo que después bautizarían como Brasil… su ligereza fue tal que el tipo pensó que era un isla, y clavó una bandera portuguesa y una cruz de madera en lo que llamó la Isla de Vera Cruz… pero, no era un isla, era nada menos que la costa de Brasil en el actual estado de Bahía. Casi 513 años más tarde llegué yo, otro despistado, a redescubrir Bahía.




Aquí estuvo Michael Jackson
El viaje comenzó por Salvador, la primera capital y mayor ciudad de Brasil por casi 300 años, cuenta con más de 350 iglesias y tiene una marcada influencia africana que matiza cada aspecto de su cultura, condimenta su comida, da ritmo a su música y moldea su filosofía de vida. El comienzo de esa historia fue Pelourinho (que traduce picota) y era el lugar donde los criminales y los esclavos fugitivos recapturados eran castigados en el viejo Salvador Colonial. Hoy, Pelourinho es un centro de conservación de la arquitectura colonial Portuguesa, de ambiente bohemio y con antiguas casas e iglesias por doquier, que fue relanzado a la fama gracias a un proyecto de recuperación soportado por la UNESCO y, principalmente, al video que Michael Jackson filmó allá en 1996. Su impacto fue tal, que hoy la gente puede pagar para subir y tomarse una foto en el mismo balcón donde Michael estirara sus brazos en un triunfal bostezo.

Pago por milagros en tempo de Bonfim
El revoltijo de culturas es evidente en cada esquina. Un buen ejemplo es la Iglesia de Bonfim, un tradicional templo católico con sus Cristos, vírgenes, y santos; en su interior tiene manos, pies, corazones, cabezas, muletas, pulmones y diversas partes del cuerpo esculpidos en cera o madera como evidencias de varios siglos de milagros cumplidos a sus fieles. Además La tradición permite a sus feligreses pedir deseos particulares, que son sellados por medio de cintas de diversos colores que embellecen el lugar por dentro y por fuera, 

Entretanto, en la plaza al frente de la iglesia  se ofrecen limpiezas, rezos y ritos africanos como la ceremonia de las aguas de Oxalá o ceremonia del lavado que acontece cada año en la segunda semana de enero.

Nalgas Marinas, Salvador


Luego el mar nos llamó… ¡y que mar! Las playas son interminables, aunque aquéllas cerca del centro de la ciudad no son tan agradables. Se destacan por cuatro cosas: son rocosas, están llenas de gente, sus aguas son teñidas de verde por las algas marinas y ostentan sobresalientes Nalgas Marinas. 
En estas playas se encuentran cosas inesperadas, tales como dos toneladas de amor arrojadas al mar en medio de un desliz acrobático que desafía la imaginación: la escena final  es una camioneta en el mar cerca de la playa de Beira Mar. Las versiones de los espectadores aludían una pareja en una romántica noche al borde del mar que agarraron la palanca equivocada (la del carro) y… bueno, la imagen lo dice todo ¿o no?

Olodum en Escena
Otro aspecto mágico de la ciudad es el constante encuentro con  la música y el baile, que son impresionantes. Cada letra de las canciones representa una parte vital del día a día que se mezcla con los dioses, el amor y respeto por su tierra. Una muestra de ello es Olodum, un sorprendente grupo de percusión de fuerte estampa africana – coprotagonista del video de Michael mencionado antes. Asistir a una fiesta de Olodum es una experiencia imperdible: tambores, colores, olores y baile… mucho baile. Para los locales es una alegre, rítmica y frenética danza realizada con los pies y con el alma,; en una hora de concierto los nativos bahianos hacen tantos pasos y movimientos de baile como yo he hecho – y probablemente haré - en toda mi vida. Si en Colombia me sentía un poco “tieso”, acá parezco un verdadero muerto-viviente; mi aspecto de zombi se destacó por mi austera danza mono-rítmica (1) y por mi color de piel, que lucía verdoso brillante en medio de los morenos y morenas bahianas.

Moqueca de Camarão
Finalmente, la comida merece una mención especial. Se nota la influencia africana por el delicioso sabor que hace uso intensivo de condimentos y picante. El ají que se prepara allí no solo parece ser el mejor de Brasil, también es el más fuerte y haría lagrimear hasta a mi tío Aurelio. Quizá el plato principal es la moqueca, una deliciosa preparación de pescado o mariscos sumergidos en una base de tomate, cebolla, condimentos y aceite de dendê que casa perfectamente con el mencionado ají bahiano y hace llorar de felicidad – y también por el acentuado picante. En segundo lugar, para aquellos con presupuesto menor, está el escondidinho, otro plato muy condimentado pero que trae poca proteína que queda “escondidita” – como indica su nombre – debajo de una cremosa preparación de yuca y condimentos.

Luego el viaje a Salvador nos llevó lejos del centro, a unas playas más aisladas y limpias en la zona de Flamingo donde podíamos disfrutar todo el día de la arena blanca, del mar azul y de un sol inclemente. 

Finalmente, dejamos Salvador con nostalgia y nos dirigimos hacia el sur a las ciudades menores, que merecen un relato aparte.

(1) Con mono-rítmica quiero decir que bailo siguiendo mi propio y único ritmo, no que yo bailo como un mono (¿era necesario aclarar?).

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